lunes, 14 de noviembre de 2011

Sueños de Navidad (Sweet dreams are made of this...)


Cuando decidimos viajar para fin de año inicialmente escogimos Iquitos pero al final, y quizás llevado por sus infidelidades y sus conflictos mito maníacos, mi ex y yo cambiamos de planes ya con los boletos de avión comprados.
“Vamos en bus a Piura” – me decía mientras yo calculaba las horas que nos tomaría llegar vía terrestre y me imaginaba el dolor de culo con el que terminaría.
Cuando regresábamos a Lima también en bus ya no éramos solo los dos, su pequeño primo nos acompañaba, como recién me conocía decidimos que yo iría sentada sola y el con el niño en el asiento de atrás.
Partimos de Sullana y el bus estaba casi vacío, me sentía muy bien, tranquila y contenta, a pesar que por delante teníamos casi 20 horas de viaje. En Piura el bus se lleno, a mi lado se sentó un señor mayor de unos 50 años, trigueño y con el pelo cano. Antes había viajado con hombres y mujeres al lado así que no me hice ningún problema. Lo escuche hablar por teléfono con la que sería su esposa, le decía que pronto llegaría.
Sirvieron la cena, pasaron una película y quizás cansada de todo el trajín que habíamos hecho recogiendo al pequeño me sumí en un profundo sueño. Traía unos jeans, zapatillas y un polo morado, coloque mi morral en la esquina junto a la ventana donde me encontraba.
Se acercaba la navidad y como nunca empecé a soñar con un gran árbol lleno de guirnaldas con regalos en el piso, en mi sueño estaba mi hermano y, como suelen ser algunos sueños, sin hablarle le decía lo mucho que lo quería y lo importante que era para mí. Fue uno de los sueños más reconfortantes de toda mi vida.
De pronto el sueño se fue haciendo más ligero, veía como el gran árbol se alejaba y todo alrededor se oscurecía como si me jalaran con dirección a un cielo sin luna, todo oscuro.
Me desperté con un suspiro fuerte, como de susto o como cuando uno sale a la superficie de una piscina muy honda, mientras veía como unas manos se alejaban de mis piernas – y de solo Dios sabe donde mas - y se colocaban sobre el regazo del hombre sentado a mi lado que inmediatamente se sumió en un “sueño” profundo.
Sentí un remolino de emociones: odio, rabia, susto, impotencia y solo atine a decir:
“Viejo conchatumadre” – mientras el sujeto a mi lado fingía roncar, literalmente.
Después me vi atrapada, a mi izquierda la ventana que solo me dejaba ver la oscuridad absoluta, a mi derecha el animal que me había estado manoseando y quien sabe que cosas más quien sabe por cuánto tiempo. Delante de mí los asientos reclinados impidiéndome levantarme y salir al pasillo. Mire la hora: 12:45am.
“Mierda” – pensé, faltaban más de 12 horas para llegar a Lima.
Mire hacia atrás, mi ex roncaba cual lirón. Me concentre en la música, esa que me hacía sentir alegre, triste, extasiada; era solo ruido.
Decidí que no iba a quedarme ahí el tiempo que quedara, cogí mi morral me di la vuelta y empecé a golpear a mi ex para que se despertara.
“Este huevon no se despierta con nada” – Pensé mientras me reía nerviosamente. Una pareja de viejitos al costado me miraban extrañados. Finalmente y luego de varios golpes despertó.
“¿Qué pasa?”- me dijo molesto.
“¿Puedes por favor pasarte acá?”
“¿Por que?”
“Después te digo, pásate por favor”
“pero ¿Por qué?”
“Pásate nomas, por favor”
De ver mi cara a punto de romper en llanto acepto.
Ahora tenía que ver la forma de salir.
Con mucha educación le pedí al señor de adelante que también dormía, que por favor enderezara su asiento para poder salir, ahora tocaba pasar por donde estaba el hijoputa abusador sentado a mi lado.
“Muévete viejo de mierda”- le decía bajito mientras lo golpeaba lo más duro que podía con mis manos y con el morral, no soy pro violencia pero juro que quería hacerle el mayor daño posible.
Finalmente llegue al pasillo, mi ex me volvió a preguntar varias veces que pasaba, pero no le dije nada. La verdad no quería un escándalo que hiciera que el viaje infernal se extendiera más y tampoco quería asustar al niñito que venía con nosotros. Además no se cual sería la reacción de mi ex y del tipejo que seguía durmiendo.
Me senté al lado del niño, que se estiro y puso sus piernas sobre las mías, por fin respire aliviada. Sin embargo no dormí en toda la noche, a cada rato miraba mi reloj y pensaba a cuantas mujeres más le había hecho eso, mujeres que quizás no tenían a nadie más en el bus. Mujeres que quizás el asusto y a las que les hizo mucho más que manosearlas. Me llene de rabia y la rabia no me dejaba tranquila.
Comencé a maquinar como vengarme, antes de dormir nos habían repartido unos libros. Elegí uno sobre los resfríos infantiles, donde explicaban como las grandes empresas farmacéuticas lucran haciéndoles creer a los padres que las medicinas realmente curaban a sus hijos de los resfríos, cuando casi siempre era suficiente dejar que el proceso gripal continuara, en esos pensamientos me perdí, no sin antes lamentar no haber cogido una enciclopedia o algo más pesado con que protegerme.
Me mire, mire como estaba vestida, carajo no tenía nada provocativo, es mas en ese viaje había engordado de tanto comer langosta. Pensé en los hombres, los odie. Que mierda tenían en la cabeza para pensar que podían tocar a una mujer, mire al niño a mi lado y pensé:
“No todos los hombres son así.”
Así amaneció, eran las 6 de la mañana y mi ex despertó, volteo y me pregunto nuevamente:
“¿Qué paso, te ha hecho algo?”- me decía mientras miraba al hombre a su lado.
“Después te digo ahora no puedo”- le dije mientras veía como se volvía a dormir.
Finalmente a las 7 de la mañana me quede dormida, a las 9 pasaron el desayuno. No tenía hambre, en gran parte por lo que había pasado y porque nos habían servido el desayuno en unas inmundas bandejas donde podía ver lo que otro pasajero había cenado la noche anterior.
Le devolví la bandeja intacta a la terramoza y le pedí café.
Me sirvió una taza a medio llenar con café instantáneo, estaba hirviendo, mis instintos asesinos regresaron y se me ocurrió tirárselo encima al tipo delante de mí, pero me detuve cuando vi que el también había pedido café, no quería que me lo tirara a mi también.
Termine el café y fui a dejárselo a la terramoza que dormía detrás en el ultimo asiento de ese bus. Sentí por un momento que había alguien a quien podía contarle lo que me había pasado y que quizás – por solidaridad de género -podía decirme que hacer.
“Señorita el señor sentado a mi lado me ha tocado durante la noche” – le dije expectante por lo que me diría.
“Ah ¿sí?…”- me miro asombrada pero no atino a decir nada más. Volví a pensar en las mujeres a las que ese desgraciado posiblemente había ultrajado, porque  carajo no es necesario penetrarte para que te sientas ultrajada, y yo me sentía así.
Regrese mascando mi cólera nuevamente. Pasaron unas horas más y la misma insulsa terramoza paso con una bandeja recogiendo los libros. Empezó por delante así que en ese momento vi la oportunidad de ejecutar mi – bien zanahoria – venganza.
Cuando el tipo devolvió el libro que le habían dado y antes que me lo pidieran a mi me levante del asiento y lo golpee con todas mis fuerzas en la cabeza, como era obvio el no decía nada, ni se quejaba.
“Viejo de mierda conchatumadre no me vuelvas a tocar! No me vuelas a tocar!” – le decía, le gritaba, mientras todos los pasajeros alrededor me miraban. No lo arañe porque no tenía uñas, pero le pegue, le jale de los cabellos lo más fuerte que pude, pero debo confesar que cuando me detuve sentí que no había sido suficiente, pero igual me detuve.
Mi ex lo miro y le dijo:
“Eso le pasa por hacer esas cosas, ve?” – creo que él ni se imaginaba lo que me había hecho.
Llegamos a la terminal de bus, bajamos y mientras esperábamos las maletas le conté todo a mi ex. Mientras le contaba veía como su expresión de cansancio cambiaba, y como con la mirada buscaba a alguien.
De pronto se alejo de mí y se paro delante del tipo que se iba rapidito luego de haber recogido su maleta. El era más alto así que lo agarro del cuello de la camisa y lo levanto, el sujeto no decía absolutamente nada.
“Tu no tienes madre? No tienes hermana? No tienes hijas?!” – Le decía mientras lo soltaba para luego empujarlo y volverlo a coger de la solapa.
Viendo que su sobrino se asustaba se detuvo, no sin antes decirle:
“Cuídate porque si te vuelvo a ver te saco la mierda!” – mientras le daba de palmadas en el pecho de forma amenazante.
En ese momento y sin saber porque me dieron ganas de llorar.
“No llores, tranquilízate” – me dijo mi ex y de inmediato me recompuse.
Ese día el se quedo en su casa y yo llegue a mi departamento sola, entre a mi habitación, me quite la ropa que traía puesta, la puse en el cesto de ropa sucia y me metí a la ducha. Me sentía sucia, asqueada. Salí más relajada pero aun así la soledad de mi departamento no ayudaba a quitarme de la mente lo que había pasado. Era la tarde del 22 de diciembre.
Me eche en la cama en silencio, prendí la tele. Me decía a mi misma ya olvídate, olvídate.
Decidí entonces preparar galletas navideñas.
Busque la receta en la web y salí a comprar los ingredientes al mercadito que quedaba cerca de mi casa, también compre moldes graciosos y esa navidad, como nunca antes, el 24 de diciembre mis sobrinos y yo nos divertimos decorando las galletas que había preparado, aunque el más pequeño se comía las bolitas de colores y el glasé.
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Meses después en un viaje que hice fuera, el mal tiempo nos obligo a ir en bus de Bariloche a Buenos Aires, eran más de 24 horas de viaje y como éramos 9 personas me toco sentarme sola en el asiento de adelante del bus. Al principio me asuste, me puse en modo supervivencia, para mi mala suerte al lado se sentaron dos tipos, nadie se sentó a mi lado.
Había solo dos opciones, pasar la noche en vela imaginándome lo peor o tranquilizarme y tratar de pasar el tiempo haciendo algo. Complete innumerables sudokus, crucigramas y hasta escribí una historia. Aunque debo aceptar que la cámara de vigilancia que estaba frente a mi me tranquilizo aun mas.
En las últimas horas del viaje tuve una pesadilla en la que el pigmeo sentando al lado de mi asiento se me acercaba y empezaba a rebuscar mi bolso, sin embargo cuando desperté vi a mi mama, a mi hermano y a mi cuñado saludándome sonrientes desde fuera del bus, era de día y hacia un sol hermoso.
Fin.

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