sábado, 17 de septiembre de 2011

♪ Christmas, Christmas time is near...♪

Hace varias semanas mientras veía la aventura de la menestra en el programa de Gastón Acurio “Aventura culinaria” tuve uno de esos flashback, esos pequeños detalles casi imperceptibles que te regresan como en la película “volver al futuro”, aunque en este caso seria “volver al pasado”.
Estaba viendo a una cocinera servir una zarza de pallares con cebollas y tomates cortados a la pluma, mi abuela solía preparar esa zarza – sin los pallares – y le llamaba zarza criolla. Aun recuerdo como ella combinaba con sus propias manos todos los ingredientes, los sazonaba y lo servía con carnes, en especial con el pavo de navidad.
Y es así como recordé la última navidad con ella que guardo en mi memoria, que no necesariamente es la última en el tiempo. También recordé otras navidades que por algún motivo son para recordar.
Regalos para todos
Como todas las navidades, durante los 80s, en el pasaje 70 de El Retablo en Comas se hacia una gran fiesta en la playa de estacionamiento. Todas las familias del pasaje asistían llevando panetón, chocolate, y para los mayores – ya entrada la noche – había cerveza lo que extendía la celebración hasta altas horas de la noche.
Es por eso que, ese día en especial, toda mi familia se estaba alistando para la cena y posterior fiesta.
Sin embargo había un problema: mi papa estaba buscando su escobilla de zapato – pulcro el – no podía salir con los zapatos de vestir sucios. Mi hermana buscaba su cepillo de pelo, mi hermano su reloj CASIO – esos negritos de plástico- y mi mama buscaba un juego de aretes y collar que tenía en su cajón de joyas, que ella cuidaba – y cuida – con gran dedicación.
Todos andaban por aquí y por allá buscando sus cosas, hasta que mi mama se detuvo frente al árbol de navidad, extrañada vio que a los pies había 4 bultitos mal envueltos en papel periódico. Cuando abrió el primero encontró el reloj de mi hermano, y conforme fue abriendo los otros encontró los objetos que andaban perdidos.
Fue al patio donde yo jugaba con “Lobo”, nuestro pastor alemán, y mientras veía como ensuciaba mi vestido nuevo me dijo:
“Katy, tú has puesto esto bajo el árbol?” – Katy me decía de cariño, en vez de decir Gata.
“Si mami” – le conteste mientras Lobo me baboseaba la mano.
“¿Y por qué?”
“Son sus regalos.”
Mi mama me miro y regreso los “regalos” al árbol. A las 12 de la noche mi papa, mis hermanos y mi mama abrieron mis regalos. Papa limpio sus zapatos con un trapo, mi mama uso otras joyas, Giovanna se peino con el cepillo de mi mama y Julio no extraño tener su Casio puesto hasta después de la medianoche.
Papa Noel ya no existe
La navidad en la que me regalaron una Barbie fue la navidad en la que deje de creer en Papa Noel.
Deseaba mucho esa muñeca, tenía otra pero ya estaba viejita y trajinada por las historias que le inventaba con Ken – historias de telenovela – además esta era especial porque estaba embarazada, en la pancita tenía un jebe que se podía retirar y sacar a un diminuto bebe.
La clásica del 24 era así: mi mama me mandaba a dormir para que “durara hasta las doce”, lo que no era más que una treta para que ella pudiera poner los regalos – mis regalos – a los pies del árbol.
Pero como se trataba de Barbie embarazada yo estaba inquieta. Mi papa me había dicho que si me portaba bien Papa Noel me la traería y había sido buena, al menos los últimos días previos a la navidad. Así que estaba segura de que tendría el regalo prometido, el gordito no se olvidaría de mí.  Como es comprensible no podía dormir y mi mama viendo que se acercaban las 9 me dijo:
“Si no te duermes Papa Noel no va a llegar con tu regalo” – Yo le creí y me dormí en el sillón de la sala.
Habrían pasado un par de horas cuando empecé a despertar. Tengo la costumbre de despertar muy lentamente así que me quede con los ojos entrecerrados largo rato hasta que se me quitara la modorra por la siesta.
Grande fue mi sorpresa al ver como mi mama vino de su cuarto con una caja forrada en papel rosado, coloco la caja a los pies del árbol y se fue a la cocina. Me quede estupefacta, casi estafada. Cuando llego la hora de la cena me despertó cariñosamente, yo no le dije nada.
Después de eso ya no me pudieron engañar con los cuentos de Papa Noel, mis regalos me los compraban mis papas, con la “grati” que recibían. Al final sentí que era mejor a que me los trajera ese viejo gordo que ni me conocía, al que había visto solo una vez en el nido.
Nochebuena para Lobo
Mi hermana siempre me ha llevado 10 años y mi hermano 13. Eso ahora no es una gran diferencia, pero cuando yo tenía 7 y ella 17 esa diferencia era diametral.
Siempre en navidad, antes que mis hermanos ingresaran a la PEA había dos pavos en mi casa, el que le daban a mi mama y el que recibía mi papa. El de mi mama se iba donde mi abuela y el otro se quedaba en casa para ser horneado en la panadería de toda la vida en la Av. El Retablo.
Mi papa siempre aderezaba el pavo pero esta vez le encargo a mi hermana hacerlo, ella había heredado la buena mano de mi abuela así que empezó a sacar los ingredientes necesarios para prepararlo.
Yo andaba, como siempre, husmeando por allí por lo que cuando la vi de inmediato le dije que la ayudaría.
“No, tú no sabes lo vas a malograr” – me contesto cortante.
Papa, al ver mi cara de cachorro hambriento, noto mi desilusión y le dijo a mi hermana que me dejara ayudarla. Ella a regañadientes acepto. Embadurnamos al pavito con todos los condimentos y aderezos, ya íbamos a terminar cuando Giovanna saco una botellita de pisco.
“Con esto va a quedar buenazo” – decía mientras que con una jeringa cargaba el licor.
Le pedí que me dejara inyectar también al pavo y se negó. Nuevamente intervino mi papa y mi hermana cedió. Así lo hice una y otra vez hasta que habíamos utilizado casi dos cuartos de botella.
Con la ayuda de Julio, mi hermano, llevaron al pavo a la panadería. Como a las 11 fueron a recogerlo, cuando regresaron el pavo se veía buenazo: doradito, grandote y listo para meterle diente. Yo no me aguante y pellizque un pedacito de la pierna.
Chupar liga sabia mejor, tenía un sabor amargo insoportable que ni el perro se lo comió. Lobo miraba el pavo entero cerca a su casa y le ladraba. Mi hermana se mato de risa, mi papa no dijo nada, esa noche compramos pollo a la brasa, de otra forma nos quedábamos sin cena.
Nochebuena en Milwakee
No recuerdo la fecha en la que mi hermana se caso, solo recuerdo mi temor porque ya no había quien interviniera en las peleas entre mis papas. En esa época el carácter de mi papa era insoportablemente agresivo y amargado, llegando a tal punto de temer que llegara por el mal genio que traía.
Se acercaba la navidad y yo estaba un poco triste, me había cortado el dedo con una lata hacia unos días atrás, tan profundo que me habían puesto puntos. Por eso tenía que ir todos los días a limpiarme la herida y mi papa no sabía nada, se lo habíamos ocultado, por el temor a su reacción.
La tarde del 24 llegamos con mi mama a la casa, no había nadie así que respiramos tranquilas. De pronto sentimos el sonido menos deseado, la cerradura de la puerta que indicaba que mi papa había llegado.
De inmediato empezó a discutir con mi mama por algún tema sin sentido, o quizás con sentido pero pesimamente llevado. Recuerdo que ambas estábamos en la habitación de los dos y mi papa en el pasillo, estratégicamente yo estaba entre los dos.
Cuando la pelea llego al punto más álgido mi papa avanzo furibundo hacia mi mama. Entonces tenía dos opciones, morirme de miedo como siempre o reaccionar y hacer algo.
Decidí hacer algo y me le enfrente, le dije enérgicamente que no le iba a permitir ningún tipo de agresión, mientras irónicamente levantaba mi dedo herido y envuelto en una venda blanca, cual bandera de paz. El se detuvo sorprendido dio media vuelta y salió de la casa.
A cualquiera le descuadra que la niña de sus ojos le salga al fresco y le diga lo que quizás nadie más le hubiera dicho.
Esa noche echada en el sillón de la sala lloraba calladita, mientras mi mama intentaba mantener la compostura frente a la situación que se nos avecinaba, pasar Nochebuena dentro de esa tensa calma. Al poco rato llego mi hermano y siempre político escucho lo que había ocurrido sin omitir ninguna opinión o juicio de valor.
Al poco rato llamo mi hermana y nos dijo que fuéramos a pasar navidad con ella y su esposo. Ambos tenían una pollería llamaba Milwakee Fried Chicken que quedaba en el boulevard de El Retablo. Así pues fuimos y a decir verdad nos divertimos y pasamos un rato agradable.
Luego de eso pasaron dos años más en los que las cosas con mi papa fueron muy dificiles, hasta que finalmente él se dio cuenta de que así nos iba a perder como familia y cambio.
Siguió siendo un cascarrabias pero nunca más se comporto como en esa época negra en la que mi familia se desintegro y tuve que pasar dos navidades seguidas en un lugar que no era mi casa. Aunque no estuvo tan mal porque siempre la pase con mi familia. Aunque quebrada, nunca dejo de serlo.
La ultima navidad de la Mamita
En esa época mi hermana no tenía carro, así que había que ver cómo llevar al pavo, ya cocido, desde nuestra casa en Comas hasta la Victoria.
Al final conseguimos un tico rojo, colocamos el pavo dentro de un balde y partimos, a pesar del inusual contenedor de nuestra cena – un balde con tapa – se veía muy bueno. Con nosotras iban también los hijos de mi hermana. Allá nos alcanzaría Julio, mi mama, Sonia y sus dos hijos
Llegamos como a las 5, trayendo lo regalos que abriríamos juntos. Mamita había sancochado papas y preparado su zarza criolla, María estaba contenta porque al día siguiente era su cumpleaños. La idea era cenar y simular la Nochebuena, abrir los regalos, hacer un brindis y de ahí regresarnos cada quien a su casa a pasar las doce.
Era el segundo año que lo hacíamos así, antes por lo general la visitábamos el 25 de diciembre junto con sobrinos, entenados y demás personas que iban a su casa ese día. Porque mi abuelita era Mamita para un montón de personas.
Terminamos de cenar como a las 8 y abrimos todos los regalos a eso de las 10, al poco rato salimos y dimos la vuelta hasta llegar a la Av. Huánuco donde siempre tomábamos el micro o el taxi. Como era previsible, no había un alma en las calles mucho menos en las pistas por lo que  empezamos a preocuparnos por llegar a tiempo más que por nuestra seguridad.
La mayoría de los taxis pasaban de frente, hasta que de pronto paso una combi completamente vacía, vacilamos un poco pero al final desistimos, no éramos suficientes para llenar la combi por lo que no le saldríamos a cuenta al chofer y cobrador que nos insistían en subir. Su interés nos resulto sospechoso y considerando que mi hermano era el único hombre del grupo los dejamos ir, de inmediato la combi dio vuelta en u y se perdió en dirección a Gamarra.
Terminamos yendo de regreso a casa en un station wagon lo suficientemente grande para meter 5 adultos y 4 niños – la verdad no sé cómo entramos – pero al final llegamos faltando casi 5 para las doce para pasarla con mi papa. Sonia tuvo que irse un poquito mas allá, su casa quedaba en Puente Piedra.          
****************************************************************************
Hay algo que mi mama siempre dice: No importa que estés comiendo la cena de navidad más sencilla del mundo, si estas tranquilo y con los que quieres todo estará bien. Personalmente creo que, si además hay niños ellos siempre querrán juguetes pase lo que pase.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Gustavo

Angélica fue hasta la puerta, esperaba la visita del hermano de Julio, su esposo, que venía desde Trujillo.  Cuando abrió vio que Lauro no venia solo, había llegado con un niño de unos 7 años muy flaquito y triste, un yeso le cubría las dos piernas desde el talón hasta la cadera.
“Negrita, este es mi hijo Gustavo, me lo han enyesado en Trujillo para corregirle sus piernas” - tenía una pierna más larga que la otra- “no lo podía dejar” – le conto.
Entro a la casa y conversaron un rato mientras esperaban que Julio llegara de trabajar, hasta que Lauro le dijo que tenía que ir a hacer unos trámites al centro. Así que dejando encargado al niño se fue.
Pasaron las horas, llego la noche y Lauro no aparecía, llego Julio y no mostro mayor preocupación por su ausencia.
“Ya llegara”- se limito a decir.
Como no podía ser de otra forma Angélica sirvió el lonche para todos incluyendo al invitado. Gustavo era un niño callado por lo que no conversaron en ningún momento desde que llego. Sin embargo Gloria o Golo como le decían de cariño, hija menor de Angélica, no se aguanto y le empezó a hacer la conversación.
Cuando llego la hora de dormir, Angélica arreglo una cama en uno de los altillos de su casa y lo acostó con ayuda de María. No se preocupo por Lauro, supuso que sus asuntos se habían demorado y que llegaría al día siguiente.
Al tercer día estaba resignada a que Lauro había dejado a su hijo, quizás porque no tenía o no sabía cómo cuidarlo. Conocía que era viudo pero no sabía más de él, solo que había dejado a su hijo abandonado a su cuidado, por su parte Julio no mostraba mayor interés al respecto.
Pero había otro tema que le preocupaba, el olor que emanaba el muchacho, Angélica había sido ama de llaves y no le hacía asco, más bien le intranquilizaba el hecho de que el hedor pudiera provenir del yeso, cuando Gustavo empezó a tener algo de calentura decidió llevarlo a su doctor de cabecera.
“Este chico tiene escaras Angélica, además el yeso está mal puesto, va a quedar peor si se lo dejamos.”
Le dijo también que en su consultorio no le podía quitar el yeso ni tampoco hacerle el tratamiento que necesitaba. Como sabía que Angélica era una mujer modesta le recomendó ir a un hospital llamado San Juan de Dios.
Así pues la delgada pero decidida Angélica agarro sus cosas y con el chico al hombro se las ingenio para llevarlo hasta la dirección que le habían dado por teléfono.
Llego y tras una larga espera consiguió ver al doctor, este le explico que era imprescindible quitarle el yeso al muchacho ya que corría el riesgo de que la herida de la escara se le infectase aun más, con el riesgo de contraer una gangrena.
Echaron a Gustavo en una camilla y con ayuda de una enfermera y una sierra el doctor empezó a quebrar el yeso, fueron interminables minutos en los que el muchacho lloraba y se retorcía de dolor. Angélica trataba de contenerlo, era por su bien.
Retirado completamente el yeso se vio la herida en la que se había convertido la escara, el pus y el mal olor que emanaban confirmaban la infección. El doctor limpio la herida y en vez de un yeso le dijo que la solución sería un operación y un tratamiento de rehabilitación bastante largo y difícil pero que resolvería su problema definitivamente.
------
Luego de la operación estuvo internado un tiempo en el cual los hijos de Angélica y ella misma lo fueron a visitar hasta que regreso a casa, su padre nunca apareció, así que ellos eran su nueva familia.
Una vez de alta y durante todo el tratamiento Gustavo comenzó a ir al colegio. Quizás fueron las burlas de sus compañeros por su discapacidad o el alejamiento de su padre, lo que hizo que por momentos el tuviera arranques de cólera y reacciones inesperadas.
Aunque al principio no creía que fuera nada grave, la opinión de Angélica cambio un día que lo dejo a solas con el hijo de 3 años de su comadre Teresa.
Resulta que Teresa se fue con Angélica a comprar unas telas a la galería que quedaba cerca a su casa en La Victoria, cuando regreso y metió la llave no podía abrir la puerta, parecía trancada por dentro. Por la rendija vio como Gustavo había amarrado al niño a una tabla y con una mecha de la cocina se acercaba a prenderlo.
“Ábreme la puerta, ahorita ábreme!” – le grito.
Gustavo abrió asustado, le dijo que estaba jugando a los indios, Teresa se fue con el niño y Angélica no volvió a hablar del tema, pero tampoco volvió a ver a Gustavo con los mismos ojos.
--------
Fueron 5 años de tratamiento, finalmente y tal como dijo el doctor, Gustavo quedo totalmente recuperado, Angélica por su parte lo apoyo en la culminación de sus estudios primarios y secundarios. Lo formo y trato como un hijo mas.
Luego, por recomendación de amistades Gustavo consiguió un trabajo en el Banco de la Nación donde ganaba lo suficiente para buscarse un cuarto fuera de la casa donde había vivido más de la mitad de su vida. Angélica lo dejo ir con pena, pero con la tranquilidad de que era un hombre físicamente sano y con trabajo, lo último que supo de él fue que había viajado a Trujillo para saber que fue de Lauro, su padre.
Muchos años después Gloria se encontró con él en las calles de Gamarra, lo vio junto a una señora de tez morena que asumió seria su esposa y una niña, conversaron un poco pero después cada quien tomo su camino.
A Gloria le sorprendió que, habiendo pasado tantos años juntos conviviendo casi como hermanos no haya arraigado  – aparentemente - en el ningún sentimiento de gratitud, afecto o preocupación por saber que fue de Angélica, que nunca más haya regresado a la casa. Comprendió que quizás las cosas por las que tuvo que pasar Gustavo lo endurecieron de tal manera que le impidió desarrollar esos sentimientos que a ella le parecían tan naturales.

La otra familia

Pensé que era una comedia o un drama típico, pero en esta tarde fría me anime a verlo y la verdad me conmovió y me dejo pensando en lo que a veces converso con mis amigos o compañeros sobre el tema de los hijos de parejas homosexuales.
Hendrix es hijo de Nina, una adicta a las drogas que lo tiene abandonado por días, sin comida, mucho menos escuela. Una noche el llanto del niño es escuchado por la empleada de la casa aledaña donde vive una amiga de Nina.
La empleada lo recoge y se lo lleva a la casa de su patrona, esta al verse imposibilitada de tenerlo por un viaje inminente decide pedir ayuda a una pareja de amigos suyos Chema y Jean Paul que se acaban de casar y tienen una vida acomodada.
Y así es como Hendrix llega a la casa de estos hombres quienes a la vez comparten la vida con Doña Chuy el ama de llaves y Gabino el jardinero. Estos últimos al principio están algo desconfiados, los prejuicios no los dejan ver con buenos ojos que una pareja de gays esté al cuidado de un niño. Pero con el paso del tiempo forman una familia.
Hasta que Patrick, amante de Nina, la ayuda a buscar a su hijo con el propósito de venderlo a una pareja de esposos que no pueden tener hijos, para así pagar una deuda de juego.
En cuanto a reparto la verdad que la película está muy bien soportada, Jorge Salinas y Nailea Norvind, junto a la señora Carmen Salinas actores de telenovela mejicana, nos demuestran que pueden dar mucho más que los refritos de televisa.
 Sobre la trama está bien armada aunque al final las secuencias van muy rápido, como queriendo dejar un poco a la imaginación del espectador lo que pasa con Hendrix finalmente.
La temática de la película es muy rica, los prejuicios en cuanto a las parejas homosexuales se ven elevados a la n potencia si a esto le agregamos la "descabellada" idea de que estas personas puedan adoptar niños o buscar vías alternativas para tener descendencia.
 “Porque el niño se puede confundir puede salir homosexual también”
“Porque la vida se le va a complicar”
“Porque siempre debe tener un papa y una mama”
Son los argumentos que salen en esas discusiones controversiales en la oficina o con los amigos. Por eso solamente vemos a Ricky Martin tener gemelos en un vientre de alquiler, porque es una mega estrella. O en la ficción “Modern family” donde Cameron y Mitchell adoptan a una niña para completar su familia.
Pero si eso pasara aquí con una pareja homosexual común y corriente, se levantarían la iglesia y gran parte de la sociedad para evitar que tenga descendencia por cualquier medio. Y ni que decir de los medios que se regocijarían en el morbo y la ignorancia alejando cualquier posibilidad de que estas personas puedan tener una vida normal, como cualquier ser humano.
A pesar de que sobran los casos que demuestran que una pareja de padres heterosexuales no aseguran el bienestar del niño, no es un factor determinante o influyente. Las últimas noticias, y no tan ultimas, tristemente lo confirman.
Me pongo a pensar cuando será el día que las personas comprendan que la capacidad de ser padre o madre no cambia si papa es hombre y mama también, o viceversa. Nada más hay que ver en la época de nuestras abuelas como era mal visto que las mujeres solas criaran a sus hijos. De repente tendremos que esperar a que nuestros nietos o bisnietos lleguen a un mundo donde este tipo de prejuicio ya no exista, aunque de seguro habrá otros nuevos.