miércoles, 28 de diciembre de 2011

Imperfecto amor

Hoy fui a Metro a comprar unas almohadas y algo con que llenar mi - casi siempre - vacía despensa. También buscaba un regalo para hacerle a mi amiga Nati. Paseando por la zona de adornitos vi unas tazas con mensajes particulares:
Me quede pensando en la tacita del amor y la metí en mi carrito de compras, junto a otra taza para mi amiga Nati. Justo cuando me estaba yendo a pagar me fije bien y vi que tenía el asa manchada. Busque otra idéntica y tenía un defecto de pintura, tome otra y no era impoluta como yo la quería.

Pase un buen rato buscando la taza que tuviera 0 defectos, cuando me iba a dar por vencida me di cuenta que justamente el amor era así. Que la búsqueda del mismo te lleva a probar, ver, sentir hasta que te topes con uno que te haga sentir mejor en cada aspecto integral de tu ser.

Y si puedes, y si tienes la suerte – o la convicción – amaras en limpio, sin las cargas de los amores pasados, de las pruebas anteriores.

jueves, 8 de diciembre de 2011

El vestido negro

Mariela no tenía ganas de ir al matrimonio de su prima, su papa había fallecido hace pocas semanas y la idea de maquillarse y vestirse para una ceremonia alegre como lo es, a veces, un matrimonio no estaba acorde con su estado de ánimo actual. Además y para su tranquilidad, toda la familia, incluida su prima la entendían.
Cuando su papa falleció se encontraba en Japón y estaba a poco tiempo de venir a ver a su familia a Perú, es así como al traer sus restos para ser velados y enterrados trajeron consigo una maleta que nadie en su casa se atrevía a abrir.
Según ciertas costumbres familiares se  estilaba guardar la ropa del fallecido en cajones, así lo hicieron ella y su mama. Los llenaron con ropa que tenían guardada en casa, sin siquiera considerar la que contenía la maleta que seguía durmiendo “el sueño de los justos” en un rincón.
Pasaron los días y Mariela decidió solo acompañar a su prima en la iglesia y luego retirarse, pero como era obvio debía de arreglarse para la ocasión. Desganada todavía, busco en su ropero un vestido que comulgara con su luto y la ceremonia a la que asistiría.
“Un vestido negro” – pensaba, mientras veía resignada que no tenia ninguno.
Pasaron los días y resolvió que tendría que comprar uno, se durmió pensando que al día siguiente tendría que ir de tiendas con su mama para encontrarlo. Sin embargo esa noche, durante el sueño, encontraría eso que tanto buscaba.
Estaba ella en un lugar que reconoció como el cielo, parada sobre nubes vio al frente y de pie  a su padre que la mirada un poco intranquilo.
“No tengo ropa” – le decía, mientras ella trataba de entender donde estaba y que hacia ahí.
“Que hago papa?”- le contesto.
 “…si quieres voy a tu tumba, la abro y te dejo la ropa que necesitas” – le dijo, esforzándose por hallar sentido entre lo que decía, veía y sentía en ese momento.
Despertó esa mañana y se quedo pensando en el, en lo que quizás necesitaba en ese lugar donde ahora se encontraba.
De pronto entro al cuarto que había sido de su papa: abrió los cajones, revolvió la ropa, se dio la vuelta y vio la maleta, se dirigió hacia ella y decidió abrirla. Después de tanto tiempo cerrada le pareció extraño que no tuviera ese olor a “guardado“ que suele tener la ropa, solo olía a limpio. Hacia la mitad del contenido de la maleta se topo con una bolsa sellada, parecía un regalo, dudo unos instantes en abrirla y cuando lo hizo al fin lo entendió todo.
El regalo era  un vestido negro hermoso que le había comprado su papa y que recién hasta ese momento se lo había podido hacer llegar, a su modo particular.
“Mira mama” – Decía Mariela mientras le mostraba el vestido extendido a su mama, era de su talla y cuando se lo probo le quedaba perfecto.
Cuando llego el día de la ceremonia, ya en la iglesia, Mariela no pudo esconder una sonrisa cómplice, pensaba en su papa con alegría porque la ayudo aun cuando ya no estaba físicamente con ella.
Ps. Gracias a M. por permitirme contar su historia.

Un angel sera?

No sé si es un trastorno del sueño pero a veces me pasa que mientras duermo, sea de día o noche, suelo despertarme parcialmente.  Me doy cuenta que estoy dormida y quiero moverme pero mi cuerpo no responde.
La primera vez que me paso aun vivía en casa de mis papas, era por la tarde y tomaba una siesta, de pronto alguien toco la ventana y mi subconsciente – o quien sabe que – se despertó. Quería levantarme, y hacia el mayor esfuerzo mental por hacerlo, miraba mi cuarto y mi cuerpo recostado inmóvil, así estuve largo rato hasta que me empecé a desesperar. Luego decidí desistir de intentar mover un dedo o un pie y poco a poco me sumí en el sueño nuevamente.
Tiempo después que me fui a vivir sola esos episodios volvieron a ocurrir, pienso que se relaciona a veces con que soy muy susceptible a noticias o películas o cualquier cosa que me perturbe. Pero la última vez que me paso fue significativamente diferente.
Estaba durmiendo cuando de repente durante el sueño o la conciencia desperté, solo veía el espacio que me permitía la posición en la que dormía. En estos casos lo único que puedo hacer es “ver” y “escuchar”.
Comencé a sentir muchos ruidos, no eran fuertes más bien se sentían como cuando mueves una plancha de aluminio, ese ruido ondulante y metálico no se parecía a los sonidos que emanan de mi refrigeradora o del edificio donde vivo.
Intente levantarme, pensé que quizás si me esforzaba demasiado podría mover mi brazo, mi mano, un dedo y golpearme de forma tal que lo lograra pero era inútil.
De pronto empecé a sentir la presencia de dos o tres personas, de inmediato me puse alerta, quise despertarme más intensamente aun, pero fue en vano. Comencé a escuchar que alguien se acercaba pero no caí en pánico – lo cual sería natural porque soy recontra miedosa-más bien me quede en un estado de serena sorpresa, si es que cabe el termino.
La postura en la que estaba echada no me permitía ver por completo lo que se acercaba, solo vi que camino despacio y se detuvo a la orilla de la cama donde estaba recostada, era como si alguien se hubiera puesto encima una sábana blanca.
No sé si para bien o para mal no alcance a ver por completo lo que era.
Luego me fui quedando poco a poco dormida, los ruidos desaparecieron, quizás ya no los percibía o fueron reemplazados por otros ruidos “reconocibles”. Al poco rato me desperté, eran las 5 de la mañana.
Días después en el almuerzo con mis amigas lo comente y me di cuenta que eso que apareció no era algo malo, quizás inconscientemente busco un soporte que me ayude a comprender y seguir adelante a pesar de que en los últimos tiempos las cosas no hayan salido tan bien que digamos. Quizás toda la energía positiva de la gente que piensa en mí se haya masificado en “eso” que vigilo mi sueño aquella madrugada.