miércoles, 11 de enero de 2012

Casi todos - Bariloche

Viajamos en bus hasta el Aeroparque de Ezeiza y de ahí volamos hasta Bariloche. Hacia un frio de los mil demonios cuando llegamos. Nos instalamos en un hotel llamado Carlos V, esa noche caminamos por las calles de la ciudad y cenamos en un lugar de la familia Weiss. El sitio era prácticamente hecho de madera con calefacción – imprescindible – nos atendió una mesera que se memorizo nuestra orden sin necesidad de apuntar absolutamente nada.
“Yo necesito una mujer así” – comento mi cuñado, antes de recibir mi apanado moral.
“Bueno entonces tendrías que pagarle un sueldo.” – le conteste.
Probamos carne de jabalí, de venado y spätzle, que es como ñoquis con crema y perejil. Un lugar absolutamente recomendable.

Regresamos a pie para hacer la digestión, al día siguiente visitaríamos un mirador, dos cerros y una fabrica de rosa mosqueta.
En el mirador habían perros San Bernardo, cachorros y grandes, cuando me dispuse a tomarles una foto el dueño me dijo de forma un poco exasperada que para tomarles foto había que pagar. Solo dejamos que los pequeños se tomaran foto con los perritos. La fábrica de Rosa Mosqueta fue totalmente prescindible, aunque ahí vimos los primeros indicios de que nos quedaríamos más de lo planeado, la ceniza volcánica.
Subimos en unos asientos sostenidos por unas cuerdas enormes a lo alto de un cerro, luego subimos  a otro donde había nieve y muchos grupos de escolares en viaje de promoción. Nunca había visto tanta nieve, cuando llegamos a la cima - corrección - cuando llegue a la cima, mis sobrinos me recibieron con bolas de nieve en la cara y en el cuerpo, ahí descubrí que puede dejar moretones.
Los chicos jugaban deslizándose por la nieve, mientras mi hermano armaba un hombrecito. Mi sobrina estaba molesta conmigo porque le devolví un poco de la nieve que ella me tiro pero se vengó, junto a mi hermana y mis sobrinos,  porque me tiraron suficiente para hacerme caer, hasta que mi mama llego a salvarme y salvar mis jeans, no era para nada agradable tener el trasero congelado.
Bajamos de la montaña y regresamos a la ciudad, esa noche comimos en un lugar que no recuerdo el nombre, donde nos dieron más carne y papas fritas. Al día siguiente viajaríamos a una isla donde decían que Walt Disney se había inspirado para crear Bambi.
Llegamos a la isla en un barco llamado “Modesta Victoria”, la verdad que la isla no tenía nada de especial, a excepción de la enorme cantidad de ceniza que lo cubría todo y de los arboles enormes, el viaje para llegar fue lo divertido: Mi hermano quejándose de que lo único que hacía yo era dormir, mi hermana burlándose y tomándome fotos dormida, mis sobrinos correteando. Ya de regreso hicieron un sorteo en el que mi sobrina gano una caja de chocolates y una foto con todos, la verdad que nuestras probabilidades de ganar eran altas, éramos 9. Gabriela nos entrego la foto y se quedo con los chocolates.
Esa noche, nuestra última noche en Bariloche, fuimos a comer más carnes a la parrilla y curadas, mientras nos divertíamos con los chistes que nos contaba mi sobrina Sofía. Al día siguiente se suponía que regresaríamos a Bs. As y luego a Lima.



2 comentarios:

  1. Hola Carol! Que linda experiencia... A mi encantaría ir allí. He escuchado buenísimos comentarios de ese hotel en bariloche, que suerte tienes...

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  2. Hola, si el Carlos V es un hotel muy bonito, gracias por comentar.

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