sábado, 7 de abril de 2012

La muerte y la doncella - Roman Polański (1994)

La verdad no recuerdo cómo fue que llegue a saber de esta película, quizás el tema – interesante para mí  - hizo que la buscara y rebuscara en Internet, hasta que hoy la encontré.

La muerte y la doncella narra la historia de Paulina Escobar, una mujer que en su juventud – la cual transcurre durante la dictadura de “algún” país latinoamericano – es capturada y torturada. Luego de ese episodio funesto se casa con Gerardo, activista y director de un diario opositor a la dictadura, a quien ella nunca delata a pesar de las vejaciones a las que es expuesta.

Caída la dictadura Gerardo asciende escaños en la política llegando incluso a tentar un puesto importante dentro del gobierno. Sin embargo, Paulina sufre permanentemente al sentir que su esposo se pierde en la espiral política y no hace nada por sacar a la luz los casos de tortura –en especial el de su esposa – mientras vive prácticamente en el anonimato y con un temor que no desaparece.



Es así como una noche lluviosa, Gerardo es auxiliado por un hombre que lo lleva hasta la casa donde lo espera Paulina. Al escuchar su voz, ella se da cuenta de que el buen samaritano es uno de sus torturadores, Roberto Miranda aquel que la violaba mientras escuchaba “la muerte y la doncella” de Schubert.

En un primer momento ella decide huir atemorizada, pero luego regresa con la misión de cobrar venganza – o justicia – hacer que el confiese sus crímenes.

---

Uno de los cursos más gratificantes que lleve durante el ciclo en el que intente seguir Periodismo como segunda carrera fue Ética, el profesor era el decano de Estudios Generales Letras en aquellos tiempos, Fidel Tubino.

Lo que más me gustaba eran los debates, y uno que recuerdo de forma particular fue aquel en el que el profesor deslizo la siguiente pregunta:

"¿La tortura es válida? ¿En qué casos es aceptable? ¿En qué casos no?"

Como era de esperarse todo el mundo quería dar una opinión, chicos de primeros ciclos en sus efervescentes 19 o 20 años, tenían las palabras e ideas saliéndoles a borbotones. Yo decidí callarme y escucharlos.

“Si es para salvar la vida de mucha gente yo creo que sería válido” – dijo uno.

“¿Y qué número de personas seria el adecuado para que la tortura sea el método valido para obtener información o alguna confesión?” – repregunto Tubino.

Silencio absoluto.

En las prácticas de ese curso, que a diferencia de Generales Ciencias parecían más laboratorios de opinión, leíamos a Kant, Hannah Arendt y estudiábamos sobre la moral, la metafísica de las costumbres, el imperativo categórico y el mal radical.

---

Siempre me ha interesado el tema de los derechos humanos – estudios sobre género, etc. - y por épocas me interesaba en investigar acerca de alguna dictadura y sus mecanismos de persecución y tortura, por la época en la que lleve el curso de Ética me llamo la atención la dictadura chilena.

Conocí a Víctor Jara un músico que durante el golpe de estado fue capturado y golpeado hasta la muerte para finalmente ser ultimado con un disparo en la cabeza. También conocí la historia de las familias de los desaparecidos, los que muchas veces eran reconocidos décadas después por las esposas o por los hijos. Supe de las historias de mujeres torturadas y quebradas en su más intima esencia, que delataron a sus compañeros de ideas y a muchas otras que fueron asesinadas durante la dictadura de Pinochet.

También investigue sobre algunos torturadores, en especial sobre cómo fueron durante y después de la dictadura. Algunos trabajaban como personas probas en instituciones del estado, otros como Osvaldo “el guatón” Romo habían sido capturados y ya estaban cumpliendo sus condenas.

De todas, la historia de OsvaldoRomo fue la que más me impresiono, de forma particular escuchar una entrevista que cedió – ya preso – en el año 1995 a un canal de Miami.

En ella no solamente dio una macabra clase de tortura, contando con el más sosegado detalle las partes del cuerpo del ser humano – en especial de las mujeres - que eran más sensibles a la electricidad sin provocar la muerte. La forma de golpear sin dejar marcas y el final de los cuerpos de aquellos que no soportaron más las atroces vejaciones de las que eran víctimas.

Y lo más increíble era que en su voz, en sus palabras no cabía el menor atisbo de arrepentimiento, creía que era un trabajo sucio que alguien tenía que realizar por el bien de todos. Fue así que elegí a Osvaldo Romo como ejemplo de mal radical en una de las prácticas de aquel curso de Ética.

---

Puede sonar extraño pero creo que la tortura afecta en gran medida a ambas partes. No solo rompe a la persona que recibe la agresión en su núcleo mas interno, también deforma de forma profunda e irreversible la visión del torturador acerca de la humanidad, de la piedad, del bien, trastorna su visión del poder y lo lleva al nivel mas deshumanizado posible.

El torturado vive con esa horrible experiencia durante toda su vida y su verdugo las lleva igual aunque aumentadas por la culpa, una enorme culpa que – a veces – trata de maquillar con un cinismo absoluto. A veces maquillar – o callar - la propia conciencia puede ser igual de insoportable.

Finalmente sobre la búsqueda de justicia – o venganza – pienso que a veces lo primero es más difícil de alcanzar que lo segundo. No obstante la búsqueda incansable de venganza – ojo por ojo, la ley del taleon, pena de muerte, etc. – nos acerca más a aquello de lo que justamente queremos escapar o dejar atrás para seguir viviendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dimelo todo, dimelo ya!