Habia pasado las fiestas de fin de año en huanuco en la casa de una amiga de la universidad. Cuando regrese de viaje pensaba ir a visitarla, no recuerdo bien el motivo por el cual queria hacerlo, tampoco si la visite en navidad. Creo que ese año fue la excepcion.
Por esa epoca estaba en la universidad, en los ultimos ciclos y tambien estudiaba ingles por las tardes, planeaba verla el sabado o domingo de esa semana.
Creo que fue miercoles, estaba en casa de mis papas cuando me llamo mi hermana, mi abuela se habia puesto mal y mi mama la habia llevado al hospital.
Pense -“no es nada grave”- los viejitos siempre tienen ese tipo de achaques.
La habian llevado a emergencias del hospital Obrero, quedaba en la avenida Grau, y estaba rodeado de un monton de empresas que ofrecen servicios funerarios. Era vetusto, gris y esa epoca estaba pintado de un color celeste horrible. Olia a frituras, humo de carro, basura.
Pero Mamita como le deciamos, estaba ahí asi que tocaba y yo la menor de mis hermanos y la mas engreida pues no podia andar con cojudeces, asi que tome un micro y me fui a verla.
En la puerta, el guachiman de emergencias, tan amable como siempre me pidio mi DNI.
“¿A quien busca señorita, a que paciente?”
“Buenas tardes, a Angelica Carranza Pantoja”-le dije, mientras me abria la puerta de rejas.
Aun recuerdo la entrada a ese lugar, tenia una rampa y las paredes eran de vidrio asi que se podia ver desde dentro y desde fuera todo lo que pasara ahí. Adentro habian un monton de sillas de esas de espera, un televisor en un rac arriba y un monton de gente esperando ser atendida.
Estaban ahí mi mama, Sonia que es mi madrina, mi hermana Giovana y Oscar mi tio. Al poco rato llegaron Julio mi hermano y mi tia Techy. La verdad no sabia bien lo que pasaba solo que habia tenido fuertes colicos todo el dia.
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Resulta que mi mama siempre tenia la costumbre de llamarla a diario, pero ese dia antes de que ella hiciera la llamada respectiva recibio en su trabajo la llamada de Maria, mama de mi madrina Sonia, diciendole que Mamita se sentia muy mal, que le dolia mucho el estomago.
Cuando llego a la casa de mi abuela, la encontro muy descompuesta, penso que algo le habia caido mal. Mamita siempre sufria del corazon y ultimamente de la circulacion por lo que un colico no era motivo de gran alarma, pero de igual forma la llevo de inmediato a emergencias.
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Estuvimos en emergencias largo rato, mi hermana consiguio que la viniera a ver el Dr. Ulloa, su medico de cabecera, tambien gestiono que la intervinieran para ver cual era la causa de su agudo dolor. Yo me tenia que ir a clase de ingles asi que pase por la casa de la Mamita para darme un baño, luego de mi clase regresaria al hospital.
La casa de Mamita quedaba en Antonio Bazo en la Victoria, era de esas casas antiguas con techos altos, que ella inteligentemente habia aprovechado con altillos. Tenia un corredor que daba a todas las habitaciones y llegaba hasta el corral, que era el patio, ahí estaba el lavadero y el water que era de cemento. Aun lo recuerdo porque cuando te sentabas te congelaba la cola.
La ducha estaba en la cocina que era chiquita, pero la ducha era bien grande, lo unico malo era que no habia terma asi que agradeci que estuvieramos en verano.
Maria que ya estaba avanzada en años me pregunto por Mamita mientras me duchaba, se llevaban 10 años y aunque primero llego a su casa como una empleada y niñera se habia convertido en acompañante, amiga y confidente de mi abuela. Aun recuerdo cuando se contaban sus secretos en quechua y yo no entendia nada.
“Como esta la Mamita?, Carito”- Me pregunto con cariño.
“Esta bien Maria, seguro mañana regresa a la casa no te preocupes”- Le dije segura de que asi seria.
Termine, me fui a mi clase y regrese al hospital como a las 5 de la tarde.
Cuando llegue estaban tambien mi cuñada Carla, mi cuñado Ricardo y mi tia Elena. Todos tenian los ojos rojos y tenian una expresion como desencajada.
“¿Que paso?”- Le pregunte a Ricardo.
“Dicen que no se puede hacer nada.”
En ese momento entre en shock, odio los escandalos, odio a la gente que llora a gritos. Lo unico que atine a hacer fue a salir al estacionamiento del hospital y me encontre con mi hermano y mi hermana. Cuando vi a Julio lo abrace y me puse a llorar.
“Ahora que le voy a decir a Maria”- Era lo unico que le decia.
Los medicos que la habian intervenido habian descubierto que tenia un septicemia generalizada, causada por una trombosis en los intestinos o algo asi. Soporto dos infartos, una cirugia a corazon abierto y se la estaba llevando algo que nos habia sido indiferente, pero que ahora nos pasaba la factura.
Nos quedamos todos ahí, esperando en emergencia, hasta que llegara la hora de visita. Ibamos a entrar un ratito a verla, cada uno.
Cuando me toco me explicaron por donde tenia que entrar y mas o menos por donde era que estaba.
Donde estan los enfermos es una gran sala precedida por un pasillo donde hay camillas con mas enfermos. En la sala principal todas las camas estan distribuidas en forma circular asi que, con el numero de cama empece a buscarla.
No se si fue la situacion o si fue la frialdad de la enfermera pero le empece a gritar que era una incompetente para inmediatamente despues ponerme a llorar. Creo que se conmovio porque me ayudo a buscarla, el sitio no era muy grande, hasta que la encontre.
Estaba dormida y parecia una rosita con el capullo caido, como apagada pero tranquila. Estuve un rato ahí, no recuerdo bien lo que le dije, solo recuerdo que la tomaba de la mano.
Ahí solo te dan algo mas de 15 minutos asi que al poco rato me dijeron que me tenia que retirar, tampoco recuerdo haciendo despedidas solemnes de ningun tipo.
Cuando sali, mi mama me dijo que fuera a mi casa con la hija de mi tia Magda, esposa de Oscar, y que compraramos café y galletas, todo lo necesario para un velorio.
Compramos un café Kirma de lata grande y una caja de galletas, mantequilla y otras cosas mas.
Despues me contaron que mi mama y Carla, que en ese entonces tenia 7 meses de embarazo se fueron a la casa de mi hermano a dormir, y que Julio se quedo con Mamita toda la noche. Tambien supe que le permitieron quedarse con ella hasta el final y que no murio sola, sino con su Sato adorado.
Julio o “Sato” como le decian de chibolo, era el nieto favorito de mi abuela y a ella no le avergozaba demostrarlo, nos quitaba la comida, la gaseosa o lo que fuera necesario cuando faltaba para darle a su Julito. Recuerdo una vez que me moleste por eso, Mamita se dio cuenta y me preparo un arroz con leche buenazo.
Al dia siguiente 8 de enero, empezaron con los tramites para el velorio y el entierro. Una cosa que aprendi es que, si puedes, debes dejar todo listo para cuando toque irse, porque la verdad mi mama no estaba en condiciones de hacer mucho que digamos.
Entonces entre Julio, Giovana y Oscar decidieron contratar a la empresa que da los servicios de velorio, comprar el cajon, y comprar un terreno multiple en Campo Fe, que recien tenia su sede en el cono norte, alla por Shangrila en Puente Piedra.
Fue mucha gente al velorio de la Mamita, yo no la quise ver en su cajon, nos pasamos toda la noche conversando, recordando anecdotas con Henry el amigo de Julio de toda la vida.
Al dia siguiente vino una amiga de mi mama y rezo un rato, luego mi hermana desaparecio, intui que se habia ido a desahogar a otra parte, ella al igual que yo y mi hermano no nos gusta andar por ahí llorando las penas a vista y paciencia de tutilimundi.
Yo me eche en la cama de mi papa, hasta que llego la hora de llevarsela a Campo Fe. Mi cuñada Carla se puso un vestido blanco y negro que le sentaba muy bien con la barriguita. Yo cogi un pantalon negro, un polo negro y unos zapatos horribles tambien negros.
No recuerdo como llegamos a Campo Fe, no recuerdo las palabras del padre, no recuerdo nada hasta que la metieron a ese hueco. Solo recuerdo que no pude mas y me puse a llorar ahí en frente de todos y cuando mi papa me intento consolar me empece a componer.
Se estila que cuando terminan estas cosas todos lo que no son familia directa dan el pesame a la familia directa, pero mi mama se nego a recibirlo porque piensa, al igual que yo, que el pesame reaviva la pena en vez de calmarla, asi que solo se quedo mi tia con sus hijos y nosotros nos fuimos a mi casa.
Hay una persona que falta aqui y que omiti involuntariamente, papa Miranda, que fue el segundo esposo de la Mamita, el vivia con ella y Maria. Era ya un señor mayor y sufria de lagunas mentales. Por lo que solo sabia que ella se habia ido al doctor porque se sentia mal y siempre espero a que regresara del hospital hasta el ultimo de sus dias.
“La Gloria se la ha llevado a la negrita al hospital ¿no? ¿Cómo esta?” – Me preguntaba a veces.
“Si papa Miranda pero ella esta mejor, ya va a regresar”- Le contestaba, era lo mejor que pudo haber pasado.
Pasaron los dias y fuimos mi mama, Giovana, Sonia y yo a la casa de la Mamita a sacar su ropa y sus cosas, creo que es costumbre o no se. Toda su ropa, sus fotos, sus recuerdos, las cajas y carteras que le rebuscaba de chiquita quedaron en la sala de su casa. El ambiente se sentia pesado. Empezamos a ver lo que podia ser util o valioso, mi mama se quedo con muchas fotos, algunas chompas y blusitas que ella usaba.
No vimos ningun Heno de Pravia, su colonia favorita, ni un solo chocolate, nada. Yo me quede con una pulsera sencilla como de plastico, que imagino uso en sus años mozos. Tres pares de aretes de colores, unas piedras de lapizlazuli y dos adornitos, uno del vaticano y otro de navidad. Lo demas lo regalamos a los cachineros que empezaban a invadir la avenida de su casa.
Se quedaron a vivir ahí Maria y papa Miranda, mi mama contrato a alguien para que les llevara el almuerzo pero luego desistio ya que la muy ladina de la cocinera les llevaba la comida tarde y a veces en mal estado.
Con el tiempo se decidio que papa Miranda se fuera con Oscar y que Maria se fuera a vivir con Sonia y asi quedo la casa de la Mamita vacia.
Un par de años despues papa Miranda fallecio de un infarto y ahora la acompaña en ese jardin tan bonito que es el cementerio donde estan ahora.
A veces vamos con mi mama y nos ponemos a conversar largo rato, como recordando esas veces donde conversabamos con ella y la distraiamos mientras nos robabamos los chocolates que le traian sus entenados, ahijados, sobrinos o nietos.
Nunca mas he vuelto a comer chocolates tan buenos.
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