Había ido un par de veces con amigos de la universidad a una de esas discotecas “de ambiente” en Miraflores, siempre me gusto el tipo de música que pasaban y el hecho de que, en los dos únicos locales que conocía, pudieras bailar de principio a fin.
Siempre las compare con las discotecas “hetero” en las que “chicas solas” salen de sus mesas a bailar juntas hasta que un grupo de chicos, también solos, se acercan y empiezan a hacerles el habla. Luego podían ocurrir dos cosas, hasta 3: que se hagan patas – lo cual es poco probable por la bulla –que terminen en un agarre de esos que al siguiente día te preguntas “¿Por qué le di mi celular a este imbécil?”, también podrían ser de un aburrido aplastante que los dejes “en one”.
Por lo que, cansada de esta ceremonia casi simiesca que se repetía cada vez que salía con mis amigos, decidí acompañar a mi amigo Alexis a una discoteca que ya conocía: “Vale todo” o simplemente “El vale”. Al principio tuve mis dudas, había ido antes en grupo pero esta vez iría sola con él, así que haciéndole prometer que por nada del mundo me dejaría lo seguí.
Había llevado una cámara para las fotos que nos tomamos celebrando el cumpleaños de una amiga, así que ni bien entre al vale recordé la primera regla:
“No se admiten cámaras fotográficas ni de video”
Una señorita muy amable me “ausculto” para ver si traía algún arma o cosa por el estilo luego, cuando paso a revisar mi cartera de inmediato decomiso el aparatito. No decían nada sobre celulares con cámara, como el que tenía Alexis, por lo que la regla no tenía mucho sentido que digamos.
Pagamos la entrada y nos pusieron una pulserita de esas psicodélicas, la entrada te da derecho a una cerveza personal o un trago, usualmente vodka con jugo de naranja. Dejamos mi cartera y nuestras casacas en el guardarropa y nos dirigimos a la “zona latina”.
En esta discoteca hay 3 zonas, la zona latina donde ponen música bailable de todo tipo y en todos los idiomas - así que no se qué tiene de latina, podría llamarse simplemente bailable - la zona electrónica que está llena de espejos con los que la gente se pone medio calentona. Por último, la zona golden es un ambiente VIP sobre la zona latina donde entras pagando un poquito más, por lo que casi siempre se ve algo vacio.
Compramos dos jarras de cerveza y nos ubicamos en una esquina donde estaban ya algunos amigos de Alexis, al principio me sentía un poco intimidada porque ellos no me conocían, me miraban como un bicho raro y no me hablaban mucho, pero al poco rato fuimos tomando algo de confianza, lanzándonos miradas cómplices cuando algún chico guapo se acercaba.
Era la única mujer del grupo aunque Alexis me presentaba de vez en cuando alguna amiga lesbiana, que se iba al poco rato al ver que iba a gastar pólvora en gallinazo.
Poco a poco me di cuenta que los hombres eran mucho mas desinhibidos para flirtear y acercarse a una mujer, y viceversa, como que el ambiente de esta discoteca te daba una libertad que, estando en otro lugar - con otros códigos - podría ser mal visto.Lo segundo fue que vi a algunas personas conocidas, de esas que nunca te han presentado pero con las que te cruzas en el trabajo, o en tus años universitarios. Mi reacción inmediata era un hola pero todos desviaban la mirada incómodos, queriendo pasar desapercibidos. A veces me provocaba decirles que no había nada que temer porque no me interesaba “sacar del closet” a nadie ni antes, ni ahora, ni nunca.
A la mitad de la noche, como a las 3 de la mañana, la música se detuvo y empezó el show de los Drag Queen.
La primera vez que vi uno fue en “Tacones lejanos”, Miguel Bose interpretaba a “Letal”, fue tal la sensualidad de su personaje que sentí una inmediata fascinación, un casi amor a primer vista. Luego conocí a "Zahara" cantando “Quizas quizás quizás” en una de mis películas favoritas de Almodóvar "La mala educación".
Quizás sea la altivez o la seguridad que muestran en sus performances lo que me hacía verlos intrigada por conocer al hombre detrás de esos kilos de maquillaje y de esos estrambóticos vestuarios de femme fatale, lo que había debajo del personaje que armaban todas las noches.
Esa noche baile hasta que los pies no me dieron mas, por ahí agarre con algunos patas “heteros”, “bi”, “confundidos” o “en proceso de” que intentaban explicarme que hacían ahí, yo los escuchaba sin oírlos, no había necesidad de explicación alguna yo estaba ahí solo para pasar el rato y divertirme.
Así lo hice hasta que una voz casi omnipotente nos dijo que teníamos que irnos, algunas personas de seguridad entraron a los baños – de chicas y chicos – para sacar a algunas personas que no querían salir, armándose un jaleo de gritos, escobas y zapatos que volaban por los aires, yo miraba un poco asustada mientras esperaba que Alexis salga del baño.
Eran las 6 de la mañana, la noche había terminado. Salí con mi amigo a tomar un taxi que nos lleve a mi casa, ahí conocí otra regla y la más importante:
“Nunca tomes los taxis de afuera del vale, la mayoría son choros“
Teniendo en cuenta esto último decidimos caminar hasta la Av. Pardo. Para llegar teníamos que cruzar todo el parque Kennedy lleno de gente que salía de las discotecas, putos que esperaban clientes, o que regresaban de atender uno, y gente de limpieza de la municipalidad. Al cruzar Berlín se nos acerco un pata, parecía inofensivo y nos empezó a hacer el habla. Estaba stone o ebrio o loco porque quería que lo acompañemos a su casa para hacer una fiesta. Me parecía lindo físicamente pero dado mi estado etílico mi sentido del gusto no era el mas confiable.
Alexis y yo nos miramos extrañados, estábamos ebrios pero no imbéciles, sin embargo decidimos dejarlo que nos acompañe. Yo, que soy muy desconfiada no dejaba de mirar a los lados a ver si alguien nos seguía. Finalmente llegamos a la avenida, paramos un taxi le di un beso y lo dejamos ahí paradito esperando no se qué.
Llegamos a mi departamento, Alexis se queda dormido casi de inmediato. Entro a internet para ver si hay algún correo de Armando, nada. Cero correos, cero mensajes de facebook. De Armando solo el silencio.
Me voy a dormir.
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